La cuarta edición de Galeristes reunió 40 expositores en la gran sala del Carreau du Temple en París. Repartida en 1800 m2, la escenografía es concebida como la antítesis del “white cube”: adoptando un lenguaje situado entre la oficina y la reserva, favorece una relación más relajada con las obras y un intercambio directo entre los visitantes y los expositores.
La escenografía está compuesta de un conjunto de módulos inspirados del diseño industrial que pueden ser adaptados para responder de manera más adecuada a las necesidades de los galeristas. Existen cinco módulos de las mismas dimensiones: de 1,50 m de ancho, de 3 m de altura y de 70 cm de profundidad. Cada módulo es una variación del mismo elemento, según el uso deseado: estantes, alcobas, reserva, biblioteca o muro de exposición.
Esta cuarta edición del Salón propone un recorrido doble. El primero ocupa el espacio central de la gran sala y permite visitar libremente cada galería.
El segundo recorrido, llamado “Antología del arte francés”, está ubicado en toda la periferia de la gran sala. Reúne quince mini-exposiciones de artistas. Este nuevo recorrido fue realizado con un nuevo módulo imaginado como más “museal”. Se trata de una variación del módulo de origen, pero dos veces más ancho (3m x 3m) y que integra en toda su altura una superficie blanca.
Una escenografía “cero desperdicios”
Al final de cada edición, todos los elementos de la escenografía, desde los estantes metálicos, las lámparas, pasando por los revestimientos del suelo, son desmontados y almacenados, para ser ensamblados el año siguiente. El aspecto modular de los elementos y su solidez se alinean con la voluntad de sostenibilidad que promueve el Salón Galeristes. Los arquitectos han entonces integrado al proceso de diseño la voluntad de facilitar las etapas de montaje, de almacenamiento, al igual que las posibilidades de reutilización del conjunto de los elementos.
En las palabras de Dominique Perrault y de Gaëlle Lauriot-Prévost:
“El proyecto de escenografía surgió de una discusión sobre la observación que una galería de arte puede ser un espacio intimidante. El efecto “caja blanca” puede mantener alejado al visitante neófito. Hemos entonces definido un recorrido, un paseo, partiendo de elementos industriales modulares, de estantes de metal, permitiendo a cada galería presentar las obras de manera personalizada.
De esta manera, el dispositivo ofrece flexibilidad, adaptándose al deseo de cada galerista, permitiéndole ocupar 5 módulos, 10 módulos, etc. Cada año el recorrido, basado en los mismos módulos, difiere según la cantidad y el tamaño de las galerías presentes. El elemento industrial que hemos propuesto es a la vez suficientemente presente para ocupar el espacio y suficientemente neutro para no arruinar la visión que se puede tener de la obras. (…)
La idea también es ofrecer al visitante la sensación de entrar en la “reserva” de los galeristas, para establecer así una cercanía y permitirle conocer el arte de manera más simple, más directa.”