"En una mezcla de rehabilitación e intervención contemporánea, el acondicionamiento del pabellón Dufour en el Palacio de Versalles se viene desarrollando activamente desde el concurso de arquitectura del que fuimos ganadores en 2011. Se inscribe dentro del hilo conductor del esquema director inaugurado en 2003, una de cuyas ambiciones es construir nuevos espacios en el seno del palacio. Siguiendo el encargo de la propiedad, se trata de realizar un lugar nuevo para la acogida de en torno a cinco millones de visitantes individuales, lugar que será a la vez punto de entrada y de salida de la visita al palacio; a esto se añade un gran café y un auditorio. Nuestra propuesta entrevé en este programa de recepción la oportunidad de disponer una verdadera introducción a la visita del palacio. Sin transigir respecto a las necesidades funcionales, ni olvidarse de un contexto patrimonial de gran valor, se trata de erigir un hito en el recorrido del visitante y en la cronología del lugar, caracterizada por su estado inconcluso permanente.
La construcción del pabellón Dufour, que fue decidida por Luis Felipe a principios del siglo XIX viene a equilibrar la composición general del palacio y su fachada hacia Versalles, al formar un contrapunto simétrico con el pabellón Gabriel. Si bien su destino primigenio era el de suministrar un acceso directo a los apartamentos reales, en un desarrollo escenográfico, el pabellón ha sido ocupado durante mucho tiempo por diversos usos accesorios, principalmente al servicio de la administración. Tras este pabellón los visitantes continúan por la totalidad del Ala Antigua, que es la prolongación del palacio de Luis XIII. Además, este trabajo llevado a cabo en estrecha colaboración con Frédéric Didier, arquitecto jefe de Monumentos Históricos, ha permitido revelar varios espacios que hasta ahora estaban abandonados, como por ejemplo, las exedras de la sala del consejo, o los aljibes asociados a las cocinas. Estos, que poseen una volumetría muy singular, se ponen completamente en valor, mientras que las exedras, simbolizadas por bandas de latón, dan ritmo a la galería de entrada del público.
Aprovechando la diferencia de nivel entre el patio de los Príncipes, el patio Real y las zonas aledañas, el proyecto trabaja el espesor del zócalo, en un ejercicio de enraizamiento a la vez físico y metafórico. Establece, además, dos niveles de referencia fácilmente identificables:
̶ un nivel planta baja, situado en las profundidades del pabellón Dufour y al mismo nivel que el patio de la “Bouche du Roi”;
̶ un nivel de jardín, enrasado con los jardines del palacio y del patio Real.
A través de este nivel de jardín el visitante accede al pabellón; la entrada frontal le guía hacia un pórtico, preludio de una enorme galería de acceso ricamente decorada que se abre a la izquierda hacia el patio de los Príncipes y a la izquierda sobre el patio Real, por donde sigue el itinerario. El fondo de la sala da a una escalera que conecta la planta baja, la planta del jardín y la primera planta. Su lenguaje, que se inspira en los fastos de antaño lo ancla en la tradición clásica de la gradación de espacios por su tratamiento material y ornamental. El itinerario global termina en la galería de Batallas, en el ala sur; el visitante vuelve a entrar en el pabellón Dufour a nivel de planta baja, sobre una ancha meseta que acoge los antiguos aljibes transformados en tienda, así como diversos servicios. Uno de los muros de este espacio es el soporte de la intervención del artista Claude Rutault. De este espacio que culmina la visita del palacio, el visitante sale por una cómoda escalera, revestida de mármol, a lo largo de la fachada del Ala Antigua.
Fácilmente accesibles desde el exterior, el restaurante y el auditorio ocupan los niveles superiores del pabellón: uno ocupa la primera planta y el segundo se instala bajo la cubierta.
El conjunto forma un verdadero sistema, se podría decir que una red, una ordenación legible desde el interior y en la que la fluidez de las articulaciones favorece la buena actuación de las circulaciones. De esta manera, la autonomía de los espacios queda reforzada sin perder los accesos directos a ciertos lugares estratégicos del palacio (patio Real, patio de los Príncipes, ala sur). Los posibles usos, principalmente en el marco de los eventos privados, abren un mar de posibilidades.
Esta redefinición de los espacios y de sus conexiones se acompaña de un fino trabajo de tratamiento de los interiores, que sigue tres ejes: los suelos, los techos y las lámparas. El metal, que es el principal elemento utilizado, favorece la coherencia del conjunto, al tiempo que refuerza la visibilidad de la intervención y su carácter contemporáneo. Un parqué de piezas metálicas cubre los suelos, formando en ciertos lugares un motivo “Versalles”. Las luminarias, como si fuesen estandartes, se intercalan entre las ventanas de la galería de acceso dando ritmo al espacio. Sus curvas y contracurvas responden armoniosamente a los anchos gallones formados por los tapices del techo, todo en tonalidades ámbar o color fuego. En cuanto al auditorio, este está revestido de madera. Haciendo referencia a la reja dorada y a los ornamentos de la cubierta de plomo dorado recientemente restaurados, la decoración y el mobiliario de nueva creación mezcla diferentes materiales en un degradado de amarillos, mientras que los reflejos de la malla y del suelo son satinados.
En el Patio de los Príncipes, la emergencia de un prisma de vidrio puro marca la intervención contemporánea. Haciendo referencia a los “espejos ardientes” de Luis XIV, el muro que acompaña la escalera de salida está compuesto de un conjunto de lamas metálicas anchas y doradas, que aportan luz natural a la planta baja. Unos discos atravesados por el sol mantienen estas lamas, que evocan vagamente el emblema del monarca y participan sutilmente en la contextualización de nuestra intervención. Estos ejemplos de referenciación voluntaria no son casos aislados en nuestro trabajo: la abundante iconografía ha constituido una fuente de inspiración privilegiada para el diseño de la decoración interior, en particular para las luminarias. Nos hemos apropiado de un conjunto de figuras y motivos que hemos interpretado mediante un proceso de abstracción, con la finalidad de crear un vocabulario ornamental muy actual y específico, siempre evitando el mimetismo fácil.
Mediante esta implantación subyacente, por debajo del suelo, la reestructuración del pabellón Dufour se enraíza plenamente en la geografía del lugar. Explota delicadamente las variaciones de cota para marcar el principio y el final del itinerario del visitante y reforzar la legibilidad general de los espacios. Este anclaje, también lo es de carácter estético, ya que retoma a su vez la materialidad, el vocabulario ornamental y la gama de colores para concebir la decoración interior y el mobiliario. Es un juego que transfigura esta herencia patrimonial, al participar de la escenografía global que ordena el palacio."
Dominique Perrault, arquitecto
Gaëlle Lauriot-Prévost, interiorista